martes, 7 de junio de 2016

lo que comunicas a tus hijos sin darte cuenta


¿Estamos hablando del Efecto Pigmalión?. si y Es algo que todos de alguna manera sabemos, aunque posiblemente no nos lo hayan explicado antes. Si a tu hijo, antes de una competencia, le dices: vas a fallar, tú no sirves para esto’, el niño se va a caer, no hay otras o más opciones. Porque le has proyectado la creencia de alguna manera que si es posible caerse. Y hay algo lo empuja a cumplir lo que dijiste. Pero si en lugar de eso, a ese mismo niño le dices: corre, vuela, no te detengas, y si te caes, aquí estoy para levantarte. Ese niño jugará mejor que si nunca le hubieras dicho nada.
Se conoce como Efecto Pigmalión, y funciona en cualquier momento de nuestras vidas. La confianza que depositan en nosotros los demás nos dará las fuerzas suficientes para conseguir objetivos más difíciles.
Cuenta la leyenda sobre el efecto Pigmalión
La leyenda de Pigmalión proviene de la antigua Grecia. Ovidio nos narra cómo existió un rey, Pigmalión, aficionado a la escultura. No encontraba esposa, así que se dedicaba a crear estatuas de bellas mujeres. Un buen día, esculpió una estatua tan bella y de tan perfectas proporciones, que acabó enamorándose perdidamente de ella. Tanto es así, que suplicó a los dioses que la hicieran real. Afrodita, diosa del amor, se apiadó del pobre escultor y le dio la vida. Pigmalión la llamó Galatea, y se convirtió en su amante y compañera de vida.
¿Qué es el efecto Pigmalión?
El efecto Pigmalión consiste en que las expectativas o creencias que una persona tiene acerca de nosotros modificarán nuestro comportamiento o rendimiento para que cumplamos esas expectativas. De la misma manera, nosotros mismos podemos ejercer el efecto Pigmalión sobre los demás, pero hay que tener mucho cuidado al hacerlo. Si alentamos a una persona podemos conseguir que desarrolle todo su potencial, pero si ejercemos un efecto Pigmalión negativo podemos destruir las ilusiones de una persona.
Seguro que te suena el efecto placebo. Un simple caramelo de limón, dado por tu médico (o Pigmalión en este caso) puede llegar a curarte el dolor de cabeza. Simplemente porque el médico te dice que así será. Como vemos, la perspectiva de un suceso tiende a facilitar su cumplimiento.
“Lo que pensamos se hace real, y esto es un arma realmente poderosa”.
La explicación científica confirma el Efecto Pigmalión: Cuando alguien confía en nosotros, nuestro sistema límbico acelera la velocidad de nuestro pensamiento, haciéndonos más atentos y eficaces. También conocido como la profecía auto-cumplida, si hay un alto deseo de que se cumpla, probablemente tenderá a cumplirse.

El poder del Efecto Pigmalión y las etiquetas que ponemos a nuestros hijos

En un pueblo de Ghana, África, poseen una tradición muy curiosa. Cuando un niño nace se le dota de un nombre espiritual, basándose en su día de nacimiento. Cada día consta de una serie de características de personalidad que se les atribuyen a los niños.
Los que nacen en lunes, reciben el nombre de Kwadwoy, que significa paz. A estos niños se les considera tranquilos, calmados y pacíficos. Por otro lado, los nacidos en miércoles son bautizados con el nombre de Kwaku, guerreros. Se les atribuye mal comportamiento e impulsividad.
Un estudio examinó la frecuencia con que estos nombres aparecían en el Registro Juvenil Penal, por haber cometido algún delito. Se descubrió que había un porcentaje significativamente mayor de niños bautizados como Kwaku que como Kwadwoy en estos registros de delincuencia juvenil. Estos resultados demostraron la influencia negativa que tiene la atribución de etiquetas tan tempranas a estos peques. ¿Es culpa realmente del nombre?. Claro que no. La responsabilidad está en lo que la comunidad espera y atribuye inconscientemente a estos niños.
¿Cómo utilizar el efecto Pigmalión? ¿Qué decir y qué no decir a tu hijo?
En la cultura occidental también percibimos el efecto Pigmalión de muchas maneras diferentes.
“Mi hijo es que es muy tímido… Es desobediente… Nunca se entera de nada”
Aunque los padres no sean conscientes, estas etiquetas que ponen sobre sus hijos pueden tener un efecto muy negativo a largo plazo en la autoimagen del niño. No sólo transmitimos con las palabras; los gestos, las miradas, los comentarios también juegan un papel fundamental.
Lo paradójico de esto, es que probablemente esas expectativas que depositamos en ellos, a la larga se conviertan en rasgos de su personalidad, cuando contrariamente lo que queremos es que no ocurra eso. Esto ocurre cuando no somos conscientes de que el auto-concepto de un niño se basa en las expectativas y creencias que los demás depositan en ellos, más frecuentemente figuras de autoridad como son los padres o los profesores.
Imaginaros cuando ya empezamos con las comparaciones. El llamado Efecto Halo consiste en las críticas o comparaciones, indirectas o directas, que hacen los padres sobre sus diferentes hijos. “A ver si aprendes de tu hermano”.
Incluso se puede llegar a automatizar el castigo, tendiendo a regañar al hijo que habitualmente se porta mal, incluso cuando en ese caso ha sido al revés. Este trato diferencial afecta no sólo a la autoestima del niño, sino que potencia ese mal comportamiento por el que es reñido.
En definitiva, lo que expresemos a un niño acerca de sus capacidades influye de manera directa en lo que se considera capaz de hacer. Del mismo modo que el miedo tiende a provocar que se produzca lo que se teme, la confianza en uno mismo, aunque sea contagiada por un tercero, puede darnos alas.
“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, en ambos casos tienes razón”
-Cristina Martínez de Toda-
Psicóloga especializada en neuropsicología y neurociencia aplicada a la educación.